miércoles, 30 de julio de 2008

Sueño trastornado


Estoy segura de que me han echado el mal de ojo. Soy una paranóica, también necesito madurar, quizás las dos cosas mantengan relación. Nadie me quiere y, los que me querían, me pusieron como la mala de la película, la que se aprovecha de las circunstancias para sacar siempre beneficios, la que sabe llorar en público y, cuando esta sola, calcula planes maléficos, la que escribe un diario que nadie sabe, ni sabrá, dónde está escondido, en el cual se pueden leer historias que sólo dos personas en la faz de la tierra conocen. Pobre de mí, oh chica adolescente, que sólo te queda refugiarte en los libros de literatura y en los estúpidos blogs que nadie lee (por suerte). Que no tienes mayor problema que soportar a la gente, que no tienes que dar de comer a una familia, ni intentar salvar el planeta de la contaminación masiva. Sinceramente, cambiaría el estudiar por divagar, el caminar por viajar, el cambiarme el tampax por soñar toda la vida.
Niña, despierta, que llegas tarde al instituto...